Buenavista Tomatlán, Mich., 28 de marzo.- Aunque durante años se pensó que la prioridad del arte dramático en México era alcanzar la profesionalización del actor, las evidencias indican la necesidad de corregir el rumbo y atacar una omisión anterior: la formación del espectador, pues “en este mundo convertido en mercado, donde asistimos a un nuevo fundamentalismo”, es preciso definir el papel de la cultura y del desarrollo espiritual del sujeto, señaló el director de la Compañía Nacional de Teatro, Luis de Tavira.
Minutos antes de la presentación de la tragedia lorquiana Bodas de sangre, con la que el programa Teatro Rocinante, surgido del Centro Dramático de Michoacán (Cedram), alcanzó la develación de una placa dentro del festejo por el Día Mundial del Teatro, De Tavira dijo en entrevista que en México “aún hay comunidades cálidas donde lo humano es un hecho, (mientras que) en las grandes ciudades se ha refrigerado esto, se ha mecanizado la relación y la máquina es la constante y el hombre la variable: la gente acude al cajero automático como antes iba al oráculo de Delfos: a conocer el destino, entonces, el proyecto humano es lo que está en juego y esto depende de que sepamos ir junto al espectador, al espectador hay que irlo a buscar”.
El también ganador del Premio Nacional de Ciencias y Artes sostuvo que la actividad teatral mexicana dio por un hecho la existencia de ese mismo espectador, aunque los resultados obligan a iniciar al individuo en la concurrencia con el arte escénico:
“(Al espectador) hay que formarlo, no hay que suponerlo, no es el consumidor del evento; mientras sigamos desgastándonos en la programación y en la realización de eventos esporádicos, estamos atomizando la posibilidad del público”, señaló.
Luego, el funcionario cultural se refirió “a la elocuencia del dato duro”, cuando subrayó que “en este país, el 90 por ciento de los mexicanos nunca ha ido al teatro, entonces ¿de qué estamos hablando?, ¿qué sentido tiene todo lo demás? Esto reorienta la formación, las estrategias, las inversiones del Estado para la cultura; está claro que hay que reconsiderar el papel de la cultura en el panorama de las prioridades nacionales”.
El entrevistado relacionó entonces la persistencia de las metodologías aplicadas por el sector gubernamental con los resultados sociales obtenidos, y que encuentran su mayor descalabro en el repunte de la violencia desatada por grupos criminales:
“No se puede combatir a la violencia, a esta barbarie en la que está atrapado el país, a base de más violencia y más barbarie, es aquí donde la cultura es clave, lo que urge es cultura, incluso más que humanización, (aunque) no debemos confundir cultura con acción cultural: el teatro no es un derecho del artista que lo hace y que entonces reclama que se le den las condiciones para hacer sus obras, eso no tiene ningún sentido, el teatro es un derecho de la sociedad, se tiene que trabajar para la sociedad y por eso es obligación del Estado el promoverlo y atender la necesidad social del teatro”, destacó.
Sin embargo, Luis de Tavira añadió que la sociedad en su conjunto no observa al teatro como un derecho propio “porque no lo conoce, y cómo va a reclamar lo que no conoce”, por lo que se refirió al trabajo desarrollado por el programa Teatro Rocinante en su papel de promotor del teatro mundial en las comunidades michoacanas más alejadas de las grandes urbes:
“Al paso que va dando el Rocinante por los pueblos, empieza a despertarse la conciencia de que ‘esto es lo que queremos, queremos que vuelva, queremos tener teatro’, y se despiertan vocaciones e iniciativas, pero no podemos olvidar que el derecho al teatro, en principio, es un derecho ciudadano antes que ser un derecho del artista, y si el artista no lo entiende así, entonces desvirtúa su vocación, que es de servicio”, puntualizó.
La Jornada Michoacán
Lunes 29 de marzo de 2010
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